LIBRO: ''AMMSP'' [CAPÍTULO 2]


II

Llegué con las pulsaciones a mil por hora. No sabía que estaba en tan baja forma.
Aunque quizás tanta agitación se debía a que mi casa estaba más lejos de lo que creía y habría que sumarle el desconcierto y preocupación por la despedida tan fría de Leo. Y es que, realmente, ¿qué era lo que sabía de él?
                Mi mente rápidamente hizo uso de todos sus recuerdos.
Desde Septiembre, mes en el que lo conocí, habían pasado cuatro meses, intensos.
                Recuerdo perfectamente ese día como si hubiese sido ayer mismo…

—Celia, ¿para qué necesitas tantísimo tiempo el baño? —dijo mi padre mientras aporreaba la puerta.
—¿Y para qué tienes tu baño, papá? ¿No escuchas que me estoy secando el pelo? Necesito mi tiempo —respondí malhumorada.
—Mi baño está ocupado. Tu madre está bañando a tu hermana. ¿Puedes salir, por favor? Y deja tu mal humor a un lado —volvió a insistir, golpeando la puerta de nuevo. Resoplé y abrí, ante su insistencia.
—¡Qué suplicio! —contesté mientras salía— Ni los buenos días, dais en esta casa. Sólo gritos y más gritos.
—Buenos días —dijeron mis padres a coro, respondiendo a mis palabras de queja.
—Nos días —les siguió mi hermanita Alicia.
                No pude evitar reír. El mal humor no me duró ni cinco minutos. Familia gritona, pero la mejor familia existente. Eso sí.
               
Como bien podréis imaginar, en Septiembre se empiezan las clases y con ellas, el agobio, la monotonía y la falta de tiempo libre. Sí, un sueño hecho realidad, vamos.
El caso es que yo empezaba la Universidad. Y ya llegaba tarde, porque mi querido padre se había tirado hora y media (más o menos) en el servicio. ¡Y luego me llamaban a mí tardona!
                Justo cuando terminé de peinarme, vestirme y desayunar, la primera hora terminaba. Por suerte no me ausenté más. Ese año tenía mucha suerte, puesto que la Universidad a la que iba no era para mí algo desconocido. Haber tenido a mi prima Patricia estudiando en ella, me ahorraría el tener que estar preguntando cómo llegar al aula que me tocara. Sí, la verdad es que había pasado más tiempo con ella en la Universidad, que en mi propio instituto. Aunque ahora que lo pienso, tampoco me había perjudicado en absoluto.
                De todos modos, recuerdo que no me alegré demasiado cuando me di cuenta de que a primera hora habían sido las presentaciones y, en un cartel bien grande, pegado en la puerta principal, ponía que la falta a la anterior hora supondría tener que presentarse en el aula correspondiente y hacer dicha presentación delante de toda la clase. Obviamente sólo los alumnos de primer año.
                ‘’¿¡DÓNDE SE HA VISTO QUE SE HAGA ESO EN LA UNIVERSIDAD!?’’ Pensé un tanto, nuevamente, enfadada. ‘’Está claro que el día de hoy ha comenzado y el Universo se ha dispuesto a hundirme.’’
Dudé bastante en entrar, quizás si me esperaba a la siguiente hora, todo fuera más tranquilo y no tendría porqué presentarme delante de –a saber- cuantas almas. Pero por no empeorar las cosas, pues no sabía qué podía ocurrir, me dirigí al aula. Entré rápido y al ver el aula, fruncí el ceño. Para nada era como las clases a las que iba mi prima. Ella entraba en un salón de actos enorme, con un montón de mesas individuales colocadas a un nivel distinto, mientras que mi clase era como las de mi antiguo instituto. Mesas que, obligatoriamente, hacían que te sentaras al lado de una o dos personas. ‘’Qué ilusión’’ me dije a mí misma, ‘’Ahora seguro que se dan cuenta de mi falta de asistencia a primera hora’’.
Miré a mi alrededor y vi que todas las mesas estaban ocupadas y la gente hablaba a carcajadas, los unos con los otros, mientras que yo no sabía si saludar o callarme. Detrás de una mesa ocupada por 6 personas, obviamente un grupito que sabía que en cuanto llegara el profesor o la profesora, se dispersaría, se encontraba mi salvación. Una mesa sin ocupar. ¡E individual! Al fin el cosmos se ponía de mi parte.
                Sonó el timbre y antes –casi lo pareció– de que dejara de emitir ese sonido tan molesto y que indicaba salvación o infierno (dependiendo de la hora), entró una profesora. Toda la clase saludó, y ella se limitó a sonreír.
– Bueno chicos, sí, lamentablemente los lunes os va a tocar dos horas seguidas conmigo. Qué lástima, ¿no? –se oyeron risitas por toda la clase– Bueno, ya nos conocemos todos ¿no? –examinó la clase y su mirada se encontró con la mía, que seguramente estaba expresando clemencia para que no me sacara allí delante de todos. Al mirarme frunció el ceño, cosa que no entendí muy bien, pero no le di importancia–
Mmm… –dudó y volvió a mirarme, sonriendo disimuladamente– Sí, nos conocemos todos.
Suspiré aliviada.
– No es verdad, –dijo una chica de la que sólo podía ver su largo pelo rizado, ya que me daba la espalda– hay una chica nueva. Ahí detrás –todos giraron su cabeza y me empezaron a mirar. Pude notar como mis mejillas se volvían muy rojas, porque me empezaron a arder. Me daban ganas de matar a esa chica que se había dado cuenta, pero no creí que lo hubiese hecho a propósito.
La profesora me miró y pude ver que se sentía obligada a hacer que me presentara.
– ¡Uy! ¡Es verdad! –dijo la profesora haciéndose la sorprendida– ¿Te importaría salir y presentarte?
                ‘’¿Acaso podía negarme?’’ Pensé. Un tanto torpe me levanté de esa silla en la que tan segura me sentía segundos antes y me dirigí al principio de la clase, justo enfrente de una gran pizarra que tenía pinta de ser totalmente nueva.
Carraspeé un poco y entrelacé mis manos. Notaba como mis rodillas temblaban bastante, y rezaba por que los demás no se dieran mucha cuenta.

– Tranquila, relájate –dijo la profesora por lo bajo.
Algo logró ese susurro, porque respiré hondo y calmé mis nervios (al menos un poco).
No me atrevía a mirar al frente, así que empecé a hablar mirando al suelo.

– Mi nombre es Celia Grau. Tengo dieciocho años, como la mayoría de vosotros, supongo.
Vivo aquí en Madrid, digamos que desde los 6 años, porque estuve viviendo en Italia –me animé a mirar un poco a mis compañeros y vi que, la mayoría, me escuchaban atentos y sonreían– Tengo una hermana y bueno, soy ‘’nueva’’ aquí. Nueva porque aunque ya me conozco la Universidad, por mi prima que estudiaba aquí, no conozco a nadie. Sí, es una indirecta para que me habléis –me reí nerviosa y rieron conmigo. Bueno, eso era una buena señal, supuse– Y, la verdad es que no sé que más decir.
– Puedes hablarnos de tu sueño o de por qué estás estudiando periodismo –dijo la profesora.
– A lo de mi sueño, no puedo responder ahora mismo, porque aún no lo tengo muy claro. Pero estoy estudiando periodismo porque es la única carrera que me llena y a la que me gustaría dedicarme toda mi vida –ni yo me creía lo que acababa de decir. Estaba estudiando periodismo porque era lo único a lo que podía acceder con la media que había obtenido. No me desagradaba, pero no era mi objetivo.

– Muy bien, Celia. Puedes sentarte –terminó la profesora con una sonrisa– Por cierto, yo me llamo Alena.
Sonreí y me volví a sentar al final de la clase, sola, y no sabía por qué motivo después de esa presentación me hubiese gustado sentirme acompañada y poder hablar con alguien.

                La clase se pasó bastante rápido. La profesora nos entregó los horarios como un favor, porque tendríamos que sacarlos de Internet sino. También nos explicó los objetivos de su asignatura, la cual más que asignatura parecía un conjunto de todo un poco. Nos hizo apuntar los trabajos que teníamos que entregar y las fechas de exámenes. Sí, empezábamos bastante a saco ya. Nadie diría que era el primer día.
Al terminar, recogí todo tranquilamente, siempre lo prefería para no tener que encontrarme con todo el mundo que salía de sus clases.
Estaba tan inmersa y concentrada en convertir mi mochila en una especie de tetris que ni me di cuenta que, detrás mía, había alguien.  

– ¡Hola, Celia! –me dijo una voz que no sólo me sobresaltó, sino que consiguió que apareciera una sonrisa gigante en mi cara.
– ¿Pero qué haces aquí, Patri? –dije mientras la abrazaba. Al menos ahora ya no me sentía tan sola. Sí, era mi prima.
– Pues nada, que he venido a por unos papeles y de paso he buscado tu clase. ¿Qué? ¿Qué tal está yendo el primer día? –dijo sonriendo mientras yo me encogía de hombros, indiferente– ¡Pero bueno! ¿Qué ánimos son esos? ¡Que estás en la Uni! Alégrate, mujer –dijo y yo no pude evitar reírme.
– ¿Pero tú has visto esta clase? Me recuerda al instituto –dije desilusionada.
– No todas son así. Además, la clase es lo de menos, esto es una vida totalmente distinta. Ya te irás dando cuenta…
– Si tú lo dices… –respondí y cerré la mochila rápidamente para, acto seguido, colgármela a la espalda.
– Ya sé lo que te pasa –dijo mirándome fijamente– Te han hecho presentarte enfrente de toda la clase, por culpa de una chica que se dio cuenta de que no estabas a primera hora, y encima aún no has hablado con nadie ¿verdad? Ah, y apuesto lo que quieras a que te sentaste en esta mesa sola –dijo mientras la miraba sorprendida– Tranquila, no pongas esa cara de susto-sorpresa que no tengo poderes, lo primero lo sé por un cartel y lo segundo porque era un tanto obvio, conociéndote... –reímos.
– A veces creo que me lees la mente –dije y volví a reír.
– Bueno, nunca se sabe –contestó totalmente seria, pero poco duró, porque volvió a reír.
¿Qué te toca ahora? –siguió diciendo.
– Mmm… hora libre, al menos eso pone aquí –miré el horario de nuevo, para asegurarme y sonreí. Al menos eso era algo bueno.
– ¡Qué morro tenéis los de primero! Yo no tenía horas libres –dijo quejándose y cruzándose de brazos. Sí, una imagen totalmente infantil que era la mar de graciosa, también.
– ¿Cómo que no? –le repliqué– Que yo sepa el año pasado, cuando venía a verte, había muchas horas que tenías libres.
– Ce, cariño… –dijo pasándome un brazo por encima del hombro– Que estuviera fuera, no significa que no tuviera clase.
– Qué malota, ¿no? –le dije.
– Al menos estoy siendo sincera y te estoy confesando algo –contestó.

Así estuvimos un buen rato, hablando de cosas sin sentido, muy habitual en nosotras; hasta que nos decidimos a andar hacia la secretaria.

Quién me iba a decir que ese camino, iba a ser el motivo para que ahora os esté contando todo esto

3 comentarios:

  1. Esto está interesante, espero la próxima parte :)

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  2. Me ha encantado, espero la proxima entrega. Enhorabuena por escribir así, continúa haciéndolo porque es maravilloso lo que escribes.

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  3. Hola :) Escribes bastante bien y me gusta tu forma de expresarte. En mi blog ahora mismo está activo un concurso de relatos por si quieres apuntarte ;)
    Un besooo <3
    http://www.deliriumnervosa.blogspot.com.es
    PD; Empiezo a seguir el blog !!

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